viernes, 12 de junio de 2015

la chica paradigma

Cada vez que tengo que tomar una decisión
cualquiera sea, no,
más bien esa que te moviliza a ser y a hacer algo de tu perra vida.
Cada vez que estoy allí, pensando preguntas cazando respuestas casi sin vida, le salen a mi cuerpo furiosas manchas blancas y después de bañarme con agua tibia mi cuerpo todo arde en picazón
que dura no más de 6, 7 minutos.
Entonces tengo: preguntas respuestas decisión manchas picazón y una perra vida que me ladra más por las noches que por el día pero digamos que ladra día y noche. Sólo un título. Me falta un título, un nombre que le de representación moral a este esquemita lumpen de vil mortal.
Un título, que puede ser "te falta mayonesa" o, se me ocurre "un gil en el planeta tierra" o "saltar al vacío tomando una coca cola bien helada no suena tan mal".
No lo sé. Si pudiera decidir entre tantos Uno que represente mi estupidez, el paradigma raíz que cante por mí las letras de la canción invisible, me sentiría a salvo, por decirlo de alguna manera. A salvo de manchas picazón preguntas y respuestas escondidas quién sabe dónde.
Se me viene a la cabeza  uno y creo que es éste el elegido, el Jesús, el salvador, el hijo paradigma del Dios paradigma, el perro y el canario cantando madrugadas de sol. Sí sí, ya lo tengo.... ya casi... está viniendo puedo ver sus letras moverse en el aire... rozando mi rostro y mi cabello... NO! NO! Volvé... Sólo quiero leerte para escribirte y encontrarte todas las mañanas sin sentido en la hoja blanca de alma y de sed de vos y tus canciones. Volvé... Ya se fue... Casi pude desnudarlo pero no se dejó. Imagino su sonrisa y sus borrosas letras mostrándome la nada.
Frente a mí, en un banco igual al mío (los bancos en ésta plaza son todos iguales, de madera color verde ingles y con una pequeña inclinación con intención de S para la incomodidad de la espalda) pienso que éstos no son lo suficientemente cómodos para que la persona que sobre él descanza no pueda por más que quiera abusar del oseo en una plaza cualquiera. Hay que producir, seguir produciendo tuercas y tornillos, seguir destruyendo sueños y amiguitos...  sentada leyendo concentrada quién sabe en qué, frente a mí, está la chica que captó mi atención.
No puedo pensar más que en sus piernas cruzadas, como anudadas y sólo quiero desvestirla y saber su edad su nombre y su profesión...
La chica se levanta y viene hacia mí. Se toca las tetas y camina hacia mí. Me dice que la toque y la salve. Me dice que la descubra y la cuide. Me dice que le pegue y la ignore. Me dice, y ésto es cierto, que tiene guardado en su vagina el paradigma que se me escapó. Le dije que no és mío, que no se me escapo sino que no me eligió, no quiso quedarse conmigo... No seas tonto me dijo sonriendo sin volumen es tuyo y se está moviendo mirá, sentílo. Tomó mi mano derecha y la llevo directo a su concha desnuda. No llevaba ropa interior debajo de su falda, tampoco parecía llevar consigo los preconceptos que flotan en las plazas de barrio. Estábamos a salvo. Me sentí a salvo por algunos instantes. Esta vez el paradigma no huyó de mis dedos sino que se hundió, se fundió en ellos. Y la chica que leía frente a mis ojos en el banco color verde ingles de la plaza de los bancos incómodos con forma de S, huyó, por decirlo de alguna manera. Se fue corriendo, casi desnuda, dejándome su olor cruzó la avenida sin respetar el tráfico sin salir lastimada si siquiera ser vista por alguien. Jamás volví a verla. Ahora camino con el paradigma perdido dentro mío y creo, por decirlo de alguna manera que no me pertenece y de ahí la imposibilidad de leerlo. Y también creo que tampoco le pertenecía a la chica de las poesías, que en verdad ella sí se salvó y yo antes de conocerla ya estaba a salvo y ahora no se me ocurre otra cosa más que sentarme en el mismo banco de la misma plaza todos los días para pensar la manera liberar el paradigma prisionero de mi cuerpo. Hoy ya es tarde pero quizás mañana aparezca la chica corriendo cansada de correr y me lo pida me diga por favor devolvemelo que lo necesito y por fin se lo lleve por el sólo echo de estar aburrida, por decirlo de alguna manera, de sentirse felizmente viva.

martes, 9 de junio de 2015

Un epidérmico etcétera en el cráneo de un bambú
ëso te voy a regalar si te portas bien
Y si t'e portas mal
una lontananza de médium pomo intermitido

amor escapista

amor escapista
primero del amor de su madre
después y por el resto de su vida
de los amores de las posibles madres de sus posibles hijos

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sin beber agua no sólo te deshidrataras sino también  florecerán nardos en tu cabeza

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De cuando los cangrejos dieron un paso al frente

Una familia de hongos germinó de nuestros ojos azules
Los lunares blancos de mi camisa se movían en el ego que temblaba de impaciente aventura
Pequeñas lunas de algodón que se escapaban de tu perfume de mujer y se perdían antes de llegar al mundo de los sueños y de las nubes cargadas de flores color agua, brillaban al igual que el centavo, en la soledad de una vereda de lágrimas rotas, dándole al aquí horas muchas de algún remoto allí continuo. Y yo me sentía sin rodillas. Todo una babosa. Una baldosa desafinada. Un vals sin novia. Un algo amorfo y gentil. Un algo gelatinosamente amorfo y gentil contemplando belleza, esperando sin esperar el turno invisible de la ecuación que nos comunica mil veces y ninguna. MIENTRAS TANTO dos brazos cosmos descendieron de la cumbre del tobogán infinito al ahora de la playa de los versos bonitos y caricias de miel. Una playa, la única de entre tantas de la bahía, que se dejaba enamorar por los practicantes del amor. Los poemas de amor, que yo por momentos tanto odio, tanto repelo, sin buscar un porqué, danzan, cuando quieren danzar y de sus movimientos las aves se alimentan. Los plumíferos y las semillas de estación germinan sin pausa en el silencio que genera el mar cuando la marea duerme donde se ahogan las horas bobas de la demencia. Verdaderamente duermen, las horas, el mar sin pausa, en el lumbre sillón  de  luna, sobre el viento colorido de marzo que llega como llegan las golondrinas después de pintar el cielo con círculos translúcidos. Minerales que rejuvenecen nuestro norte. Nuestro carnoso latente norte corazón.
Un Astro se acercó al grupo de cangrejos que habitaba la playa y les preguntó si creían en Dios. Si se imaginan la vida en el cielo. Si conocen la historia de la más antigua de las estrellas plateada por el calor del sol. Los cangrejos respondieron casi al unísono: no creemos en Dios! No nos imaginamos la vida en el cielo y no nos interesa la historia de la estrella abuela!
Lo único que preocupaba e inquietaba a la especie de manos pinzas era el "Por qué" de no poder dar un paso al frente. -Siempre para el costado- decía uno de ellos, mientras rascaba la arena al igual que el perro que los contemplaba de cerca sus pulgas. -Para la derecha derecha derecha y para la izqierda izquierda izquierda- seguía... -Si sólo pudiéramos caminar hacia adelante- las ideas comenzaban a salir sin frontera alguna, -dar un paso al frente... El mar retrocedería mil y los barcos y las ballenas nos darían paso-. -No tan gigante pero sí un poco más justo o menos injusto...-. las palabras del único cangrejo que pitaba un cigarrillo de banana quedaron flotando entre la arena y los mosquitos por unos cuantos minutos hasta que como a todas las ideas sueltas de mano un viento suave las mudó de árbol y en el sitio germinó el silencio que invita a quedarse a las golondrinas y las reflexiónes.
El Astro vaciló unos instante y en puro silencio sacó de su boca un porro prendido que fumaron en grupo hasta la última estrella de luz. El porro olía a cielo, el perro a sal, y los cangrejos dieron un paso, un maravilloso paso al frente. Y el astro expiró. Expiró madrugada.