martes, 15 de noviembre de 2011

punto y coma ;


La empecé a imaginar en un domingo de poesías y caminata
No había estrellas, la noche estaba calma; el viento soplaba un airecito tibio y simpático, sonaba a destartalada bicicleta y olía a caramelo
Mis manos hubiesen podido quebrar el aire y jugar con las mariposas en caso de encontrar alguna…
La investigué por varios minutos pero no la deduje, tampoco pude seducir su tristeza
No había estrellas, la noche estaba calma como la marea cuando descansa
La luna seguía llena, quieta y llena, como ya hacía varias lunas y en el polvo la tierra se mostraba viva  e incansable
Lo cierto dentro de lo bello de imaginar fue esa sonrisa, parecida a todas y a ninguna
A ninguna, solo suya, y esa mirada como dos lunares llenos de vida y de encanto, de razón y  de memoria
No había estrellas, la noche estaba calma como el fuego que calienta los pies en un hogar, como esa laguna del pueblo más lejano, como ese bicho dormitando en su canasto
Me animé a entrar en su vida y así pude salir de la mía, traté una y otra vez pero no pude descubrirla, la desnudé por días que se hicieron meses, (en tiempos de sueño) caminé por su cuerpo descalzo y frenético, encontré dudas como de cristal y mambos de neón
Paso a paso intenté descubrir porqué estábamos ahí, así, matándonos en un descanso carente de sueño y conciencia
Pero no pude, no pudimos… y así seguimos sin más preguntas… solo seguimos, acompañándonos en silencio
Hasta que en el medio de la vida una bocina nos sonó a realidad; mi sonrisa se desdibujó en su tibio rostro y sus cuentos volaron hacía el sauce menos llorón
Sin perdernos, sin miedos, ni olvidos, volvimos a nuestros lugares, así como de repente: mediocres no tanto, felices no tanto y a salvo no tanto… solo volvimos, como después de un coma o de un viaje al espacio
Esta vez
Yo con un poco más de ella y ella con un poco más de mi
El cielo con un poco más de estrellas y su calma con un poco más de luz.

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