jueves, 6 de marzo de 2014

9 de Julio



La poesía de un pueblo de todo un pueblo con sus niños y mujeres su circo coloreando el otoño de los trabajadores los caminos de tierra y el pasto los campos la leche el queso los abuelos los poetas físicos y músicos y soñadores del pueblo la poesía hoy se viste de azul vistiendo de azul al pueblo camuflándose en una noche tibia por el calor de los cuerpos que la hamacan los perros le ladran con voz ronca a las estrellas que se desparraman en el viento como brillantinas en jardín de infantes la tinta de algún enamorado en esta noche de cuerpos violetas cae como las hojas contando penas sueños y tiempos dorados una bicicleta suena en el pueblo a destartalado vuelo carrusel inestable y hermoso un abrazo llega a los huesos más profundos los huesos del alma un beso duerme en silencio los grillos despiertan al beso y se enciende un farolito entre dos callejuelas de tierra que jamás se cruzaran en el pueblo muchas hormigas trabajan bajo las telas de la luna cargando granos de maíz como miguitas de sol y miel formando renglones en el pino de la plaza donde el libertador ya inmóvil en la tinta como en su caballo hizo suya prestándole el nombre y la espada un bostezo un grito un sorbo de mate un saludo un cuento que llega a su última página una puerta de hierro que se abre dejando entrar al viento y a las moscas al rocío y a los gatos un viento cálido como caricia de abuela y de madre hace vibrar las campanitas de bienvenida un llamador de ángel unas cuantas sonrisas y por fin llegamos miradas de un día largo estamos cansados el perro ya no ladra ronca y apenas se mueve en el piso fresco de la casa que nos da el techo estiramos los músculos de las piernas y los brazos la flauta de pan del afilador se aleja con la tarde en agudos y graves los pensamientos ya son barcos de papel me queda la idea del mar tocando la arena de los corales que alguna vez toqué música de gaviotas salvaje y natural cuerpos como almas y el chin de las copas cerramos los ojos hasta mañana cascadas nubes la aurora el ocaso el naranja del buen día el gris del asfalto tocando talones y el canillita de voz y brazos flacos cantando lo nuevo lo que hay que saber en el día de hoy lo que unos pocos escribieron con la luna con el afán de que muchos los lean en el café y se detengan por un instante a meditar las palabras que de pucho en pucho eligieron con algún criterio cada una y de entre tantas que el de la media luna y café amargo nunca leyó y en el apuro de hacer se olvidó de ser y cuántos verbos vocales y consonantes en la hoguera del reloj prendiendo chispas y asados familiares que ya se siente el olor mirá se ve el humo… allá… allá está el pueblo, allá va y viene, moviéndose entre las hojas.

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