miércoles, 28 de mayo de 2014

Basta de gilada che y servime un vaso más Chino que la cerveza se calienta, se echa a perder. Cambia esa cara que está cara la cebolla pero no es para tanto Gringo hijoputa o ya te olvidaste cómo vinieron tus abuelos… yo ni me quiero acordar, los míos eran de acá no más y la pelearon fuleros para que yo ahora brinde por ellos. Esa es la justa injusticia que nos conmueve… ¿y ese traje, de dónde lo sacaste?
Ma que traje ni que traje sino traigo nada. Ilusión, ilusión, ilusión Negro. A mis abuelos no los conocí, que te quede claro que vengo de un repollo y los gusanos se van a cagar de hambre conmigo como yo en este país. ¿Quién sos mi espejo que me hablas así? Empecé a ir a la iglesia y ahora estoy confundido, ¡todo es pecado! Quiero un trago fuerte para darle a la cabeza. ¡Cómo te lo meten a Dios! ¡Y ahora quién me lo saca!
Me caí de la silla, ¿estaba durmiendo? Sí, soñaba algo confuso, no recuerdo.
Otro vaso, Chino.
Sentate, no hace falta que cuides tus bolsillos. Aquí la gente no roba, sólo tienen cara de…
--¿Cómo estás flaca?
-Volaban las moscas y el viejo oriundo del bar de juventud y ojos bélicos pedía cigarrillos y fumaba como un animal y se comía las colillas y se reía como un loco-.
--Sentate, está libre.
--¿Qué tomas?
--Cerveza.
--Pedí una para mí Negro, después te la pago en tu casa… me voy del país. Mañana salgo en un cóndor blanco del tamaño de un barco. Estoy cagada acá, por eso me voy… me vine a despedir de vos. ¿Qué me decís?
¿Estabas durmiendo? Si, soñaba que nadaba en una pileta azul llena de tallarines con salsa roja, no tenía hambre, sólo nadaba en ellos como un niño…
--Está bueno, yo que te voy a decir. ¿Qué te voy a extrañar? No, muy trivial. Te va a ir bien porque te diste cuenta que te cagues donde te cagues siempre te podes ir a cagar a otro lado. Te diste cuenta de eso flaca, no? De una manera u otra somos abono para la tierra, yo acá vos allá, no importa el lugar importan las flores.
--Soy bruja y me estoy por convertir en monja si no tengo sexo antes de las 12. Una monja asesina. ¿Vamos?
--¿A dónde flaca? Estoy borracho..
-Sus piernas me volaban la peluca dejándome calvo y sucio. Quería comerla como a un pollo, a una rana verde y pegajosa. Y ella también así lo quería, se le notaba en sus ojos de japonesa…-.
--A tu casa…
--No se puede. Hoy no. Perdí las llaves y no tengo plata para llamar a un cerrajero… me la chupé. ¡Me chupé las llaves y ahora no me queda más que seguir chupando con la esperanza de vomitarlas y al fin volver como un escarabajo con cuidado de los autos al lechito que me aguarda calentito! Y vos me vas a acompañar sino se te va el tren, claro…
--¿Por la ventana…?
--Estás loca flaca, Sólo se abren de adentro del cuarto. No te acordás? Además encontré un piano la semana de carnaval en el callejón que en este momento las cubre. La pieza es chica y era en el único lugar que entraba. Lo quiero arreglar y después ver si aprendo a tocarlo o me lo quedo por compañía. Es como el del maestro Alonso, del mismo color.
--La tiramos abajo, a la puerta, claro, yo te puede ayudar a patadas.
Cuanto quisiera que me ayudes a abrir la puerta de mi casa para comerte entre las sabanas amarillas que me acarician la noche…
(Terminamos en el parque del centro de la ciudad rodeada de borrachos y mucho pis. En un pedacito de pasto nos rompimos el alma. Carne con carne. Dos muertos ensangrentados de placer y vomito.)
-Flaca, que bella noche. Que lindas piernas. Andarás por Asia ahora. Por la India ya… nunca exististe…

Ándate a la puta que te pario rengo de mierda.
Corre la bosta esa que no paso….

Hola Chino, una fresca.

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