miércoles, 15 de octubre de 2014

Las palabras son la semilla de los vientos por eso no pueden morir en el papel; no deben quedarse allí y ellas lo saben y se apagan cuando ninguna garganta las alza, las nombra y libera y rejuvenece. Es nuestra obligación como seres infinitos q somos de levantarlas con nuestra vos. Leerlas. Acariciarlas con susurros, morderlas a gritos. Prenderlas en poesías para que naveguen las calles del viento en cálidas alas, violetas, taciturnas, amarillas..
No debemos dejarlas morir en un renglón.  
no debemos.. Ni por una letra debemos.. Las palabras en el aire son de todos, llegan y se llevan entre hojas y bocinas miserables pretensiones lo que se escucha allá y dejan nada más y solamente lo que acá se escucha.
A las palabras se las lleva el viento. Sí. Tiene que ser así, debe de serlo. Sino sólo conoceríamos la historia de los que ganaron la guerra de la tinta, la pólvora y tantas otras que mejor hablar. Los que se apropiaron de la tinta para escribirnos en cuentitos.. Bueno, eso.. Hablemos hasta por los codos y escuchemos el silencio. Encontrémosle el sentido al de la buena pipa que seguro que lo tiene. Ubiquemos las palabras y los continentes en el no mapa del anti mundo; cantemos:
La mar estaba serena.
Serena estaba la mar.
La mar estaba serena.
Serena estaba la mar.
 ¡Con ‘a’!
La mar astaba sarana.
Sarana astaba la mar.
La mar astaba sarana.
Sarana astaba la mar.
♪ ¡Con ‘e’!
Le mer estebe serene.
Serene estebe le mer.
Le mer estebe serene.
Serene estebe le mer.
 ¡Con ‘i’!
Li mir istibi sirini.
Sirini istibi li mir.
Li mir istibi sirini.
Sirini istibi li mir.
♪ ¡Con ‘o’!
Lo mor ostobo sorono.
Sorono ostobo lo mor.
Lo mor ostobo sorono.
Sorono ostobo lo mor.
 ¡Con ‘u’!
Lu mur ustubu surunu.
Surunu ustubu lu mur.
Lu mur ustubu surunu.
Surunu ustubu lu mur.

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