Perdiendo
la atención por culpa de algún tango desteñido de Daniel, por culpa de las
voces de la Noche, por culpa del zapato Avejentado, por culpa del Garrón… me
quede sin voz y lo peor: sin mi atención de lechuzon que me mantenía sentado
observando el foco, la bombillita, la mosca, la humedad, las hormigas. Y ahora
estoy solo. La locura experimental del pájaro que viaja de árbol a árbol, experimento.
Lo tristemente colorido por la paz del otoño. Lo tuyo ahora le pertenece a las
arañas, mi amor, que jamás voy a matar. Ni se te ocurra matar una araña.
Ni-se-te-o-cu-rra olvidar que existo (no es una orden, es un deseo) (pero a
quién le hablo, a quién…)
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