miércoles, 15 de octubre de 2014


Sufrir es abrir los ojos, es no obedecer, es amar, es decir buen día hijo. Leer poesía es un comienzo, el comienzo del sufrimiento, de la perdida y del amor sembrado. Como también, se me ocurre, lo es el decir NO y dejar de pertenecer al grupo: apoyar en un rincón sin romper el silencio o gritando de patas para arriba, lo mismo da, lo que sobra lo que cae lo que no hace lo que enoja-te lo que da/pa/ra de/jar. Quedar por un tiemp ito fuera del circu ito: que cubre, protege y alimenta a la Reyna comodidad, donde las musas no aparecen ni disfrazadas de oso; ni de abejas, batatas, mucho menos de flor. ¡Antes de la llegada del sufijo brindaremos por la nueva poesía! Sufrir es abrir los ojos pero también es la libertad, la rebeldía de por vida. La ideología sin almohada, con almohada, sin harapos, con sombrero invadida de sueños. La poesía si bien enamora también mata y eso lo sabemos. Como el amor, se hospeda en ella la muerte. Es un trago que como poeta, hombre sensible mujer desobediente (con y sin dientes) artista debo correr para no morir de sola soledad, de estupenda estupefaciencia, de plena estupidez, de pena por mis miedos, infeliz por ser caballo manso, mula del que le gusta mandar.
Elijo sufrir con la poesía, enamorarme con la poesía, morir, vivir, en la poesía que me lleva a recónditos sitios: llenos de luz y oscuridad.

Silvia, no me caso… ni con el perro ni con el amo.

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